viernes, 15 de julio de 2011


DONDE LOS HERMANOS COLLYER

Se nos cuenta lo siguiente: 
Desorientado al entrar en el teatro: es que, la función acababa de comenzar, razón por la cual empezó a sonar el arpa, y también las luces se apagaron. Así que entonces, en el escenario, una vieja actriz gritaba (esto sucedía en julio 14 -el día de la toma de la Bastilla- del año 2006).  

La humareda que salía del escenario, cubría todo  el teatro. Pero ¿esta humareda quién la producía?
 

La vieja gritaba a todo pulmón, en el escenario, pues se suponía que debido a una explosión producida en su misma casa, ella había resultado herida.
 
La vieja ennegrecida, con ennegrecimiento no debido a la explosión, sino al esfuerzo excesivo a que la había obligado su vocación de clasificadora.
 
Unos sanguinolentos colgajos, regados por el escenario, le hacían entender al público que la basura era la que había explotado.
Unos círculos, unos triángulos, unas líneas moradas, todas regadas por el telón de fondo, indicaban que la explosión de la basura era debida a la excesiva clasificación, a la excesiva catalogación, y al excesivo almacenamiento de literatura -tanto mayor como menor, la literatura.

La obra de teatro, donde la vieja gritaba, se titulaba "El Hoarding o el síndrome de Diógenes". Esta obra, entre otras cosas, la sueña el Conde Armenteros, un anciano especialista en brujos, pero que aparece en coma, recluído en el Home. Y el síndrome de Diógenes, ya se sabe, es debido al almacenamiento excesivo.
El Conde Armenteros, antes de entrar en coma, dice el Texto que también había ennegrecido, debido a los esfuerzos que había tenido que hacer para lograr empatar la labor de los brujos con la catalogación y la clasificación.
 
Pero lo otro, muy singular que no se dice, es que el sueño que durante su bendecido coma está soñando el Conde, ha comenzado como un homenaje a los brujos, un homenaje donde continuamente se evoca a los célebres hermanos Collyer (1885-1947), quienes residieron en 2078 de la Quinta Avenida (esquina con la calle 128), en New York. Y es que estos célebres hermanos, al mantenerse sin casi salir de su casa, murieron bajo los instrumentos musicales (¿cabría, por casualidad, entre esos instrumentos, una diabólica arpa? - eso, entre tantas cosas, es lo que, dentro de su sueño, trata de averiguar el Conde Armenteros), muebles, trampas ( en pasillos y puertas), periódicos y libros, que durante sus vidas, consagradas a los brujos (pues los brujos tienen que ver con la clasificación y con la catalogación, ellos, estos enigmáticos hermanos, acumularon.